20 febrero 2015

El Festival de los Cerezos/15

Tras vender el par de cosas de valor que habían sacado de su combate con los apestosos seres azules, Ikari se encaminó al templo de Desna para hacer sus pesquisas cuanto antes. En Koyotei y las granjas que lo rodeaban no había ningún culto que destacara especialmente: mucha gente todavía adoraba a los kami más que a las deidades, y les dedicaban pequeños y ancestrales altares en cualquier esquina, o marcaban con cuerdas alrededor de árboles o piedras. Los seguidores del tamashigo, por tanto, eran mayoría. Sin embargo, había templos dedicados a Shizuru, Desna, Yamatsumi, Irori y alguna otra capilla más, y se contaba que en la montaña había un templo perdido dedicado a Tsukiyo. De todos, el templo de Shizuru era el más grande, pero no tanto porque fuera la deidad nacional sino porque al hacer también las veces de casa de enfermos local necesitaba el espacio.

La diminuta capilla con la imagen de Desna está vacía, pero Ikari dejó una contribución de una pieza de oro. Al lado, en la sala de conciertos donde solía cantar el reducido coro, el aasimar encontró al sacerdote, un Tian-Shu llamado Lu Hao, ensayando una partitura de ópera para el Festival. Tras presentarse respetuosamente, le contó la historia de lo que les había ocurrido en el claro de Wakahisa, y le pidió ayuda para poder combatir a criaturas similares, si volvía a darse la situación, o incluso si estaría dispuesto a acompañarles, ya que después del Festival estaba pensando en volver para zanjar el tema.

- Oh, vaya, parece un lugar peligroso -dijo Lu Hao, acongojado y entusiasmado a partes iguales-. Sería muy interesante explorarlo, aunque si lo que necesitas es una escolta efectiva y temieras que haya muertos vivientes, te recomiendo humildemente que visites el templo de Shizuru. He oído decir que la joven novicia Uchida Katsumi es tan buena con la katana como puro su chi. Sin duda te sería de más ayuda que los cánticos de este viejo trasnochador. ¡Oh, pero cuando vuelvas, no dudes en contarnos la historia! Seguro que a la congregación le parecerá apasionante.
Katsumi: podía vivir con aquello, si le llevaba a ver otra vez a Katsumi. Pero antes necesitaba asegurarse:
- ¿Se está produciendo alguna conjunción astral, o hay alguna profecía sobre esto, o está consignado en los anales que haya ocurrido antes?

- Las estrellas están... extrañas -acabó diciendo Lu Hao a falta de una mejor expresión-. Llevan extrañas desde que tengo uso de razón, recuerdo que mi maestro ya lo decía. Supongo que tendrá que ver con la desafortunada muerte del bendito Aroden. Pero desde hace un par de meses están... podría decir aún más raras. Ahora que lo pienso, deberías buscar a ese pillastre de Têru, ¡alabado sea su buen humor! El sen Kokomo Tachibana, me dijo ayer que nuestro kitsune había tenido un sueño mágico hace algunas noches y que había despertado con un medallón de jade en las manos, el símbolo sagrado de Tsukiyo. ¡Un portento! Quizás fuera un sueño profético, pero no recuerdo los detalles concretos que me contó el sen, mi memoria no es lo que era... Deberías buscar a ese zorrillo adorable para escucharlo de primera mano.

Y dibujando una mariposa en el aire despidió a Ikari y siguió con los ensayos. Que claramente necesitaba con urgencia.
El aasimar visitó "Las 12 Casas"... pero Têru, por alguna razón, no se encontraba allí a aquellas horas, así que le pidió a Hiro, el posadero, que si lo veía lo guiara hacia la casa de te "Viento-sobre-el-agua" al caer el sol. Cruzó entonces el puente y se dirigió al templo de Shizuru: llamó a la puerta y le abrió, precisamente, Uchida Katsumi. A ojos de Ikari, parecía tan joven como Têru, pero mucho más centrada. Estaba preciosa con su uniforme de sacerdotisa rojo y blanco, con el pelo recogido sencillamente en un moño atravesado por un palito y un suave acento a especias en su aroma. Pareció sorprendida ante la llegada de Ikari, y se sonrojó un poco cuando le explicó la base de lo ocurrido y lo que opinaba el clérigo de Desna:
- No soy dueña de mi destino, Ikari-san -dijo entonces la novicia-. Deberías hablar con la Reverenda Madre.
Y le condujo por el pequeño complejo. El templo de Shizuru estaba dividido en dos mitades atravesadas por un arroyo termal que, pese a pasar primero por el complejo del balneario "Boca del Infierno", mantenía aún en aquel punto propiedades interesantes para el tratamiento de los enfermos. Era por eso que en los dos edificios del templo había enfermerías. En el del sur se encontraban además las habitaciones de las sacerdotisas y novicias, y en en el del norte el espacio para el culto, presidido por una estatua de la diosa de Shizuru, un altar para honrar a los antepasados y una pequeña capilla en honor a Tsukiyo.

Ikari dejó un nuevo donativo e hizo una profunda reverencia cuando llegó ante la líder de la congregación, la Reverenda Madre Setsuna Aoi. La dama Aoi era una mujer de unos 35 años, de porte alto y distinguido, con una vieja cicatriz provocada por el fuego alrededor de ambos ojos, que parecían velados. En aquel momento estaba ocupándose de los arreglos florales en honor a Tsukiyo.
- Alabados sean tus ancestros y ensalzado sea su nombre, noble idyllkin -le saludó ella-. No salgo demasiado del monasterio, estos últimos años: mis piernas... -notó entonces Ikari por primera vez que la Reverenda renqueaba al caminar-. Tenía muchas ganas de conoceros. Sois una bendición para este pueblo

Escuchó entonces atentamente sus explicaciones: el bosque de Wakahisa. La resolucion de investigar y la conveniencia de llevar ayuda sacerdotal. La recomendación de Lu Hao.
- Hmm, ya veo. Hablaré con baba Wakahisa para  conocer su parecer, pero sí que resulta preocupante lo que decís. Una expedición así parece, cuanto menos, digna de consideración: no obstante, y sin querer importunaros, he de decir que, aunque muy prometedora, Uchida Katsumi es aún sólo una novicia. El honorable Lu Hao a veces se apresura demasiado... Durante este Festival de los Cerezos se celebrará como cada año la prueba del primer grado de maestría para recibir la aprobación imperial y si ella se considera preparada, no dudaré en darle mi permiso para que se presente a evaluación. Una vez pase la prueba, con la vaina roja en sus manos, será oficialmente responsable de su propio destino. Aunque seguirá bajo la disciplina de la Orden, la apoyaré si desea enfrentarse a una tarea como la que mencionais. 
La conversación no duró mucho más, en la que ambos intercambiaron triviales cortesías típicas de quienes no se habían visto aún pero llevaban tiempo oyendo hablar del otro. Al partir, no le pareció oportuno extenderse en explicaciones a Katsumi sobre la conversación y la citó al cabo de unos minutos donde ya había quedado con los otros jóvenes.

Y así fue como, tras asearse cada uno y ocuparse de sus pequeños asuntos personales, Ikari, Katsumi, Kousei y Têru se encontraron en la casa de te "Viento-Sobre-El-Agua", con un farolillo anaranjado en la puerta, desde donde podía verse, al otro lado de la plaza, la magnífica estructura del castillo del daimyo Honda y el plácido reflejo de las aguas del río.
(CONTINUARÁ...)

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