18 marzo 2014

"Esas horas de la noche" (2014)

El equipo de The No-Nose Dog Project consiguió ayer el 100% de su objetivo de crowdfunding, así que tendremos segunda parte de El Mundo Imperfecto: se acerca El Día de la Madre. ¡Felicidades, y gracias a todos los mecenas!

Pero antes incluso de que El Día de la Madre estuviera financiado, ya apareció una primera secuela de El Mundo Imperfecto que, a modo de minisodio, nos siguió dando más de lo que queríamos: Esas Horas de la Noche, que así se titula, está escrito por el gran imperfecto Sergi Paez, y dirigido por Marta Romero. Esas Horas sigue fielmente la tradición de la miniserie de minisodios oficial "Night and the Doctor" que acompañó al lanzamiento en DVD de la T6: tanto por el título como por el contenido, una conversación nocturna entre tripulantes de la TARDIS; entre aventuras, con un matiz mucho más personal que el que la serie permite imprimir. En este caso, una charla entre el Décimo Doctor (Mat Cruz) y Rose (Rebeca Sánchez) sobre el espinoso tema del amor. Concretamente el amor de los Señores del Tiempo.

Empecemos por el tema argumental: Esas Horas de la Noche, por su elección del tema y el evidente añadido del quiero-y-no-puedo entre Diez y Rose, tiene un matiz muy, muy de fanfiction. Es una de las estrellas del género. Su puesta en imágenes tiene pros y contras: Mat en pijama es un grado menos Doctor, aunque el rosa de Rebeca realce su Rose. Esto es importante: El Mundo Imperfecto nos apelaba como fans, pero Esas Horas de la Noche ya directamente nos tiene que convencer porque no se trata de un homenaje ni una sucesión de momentos festivos. Esas Horas de la Noche va a la yugular de los sentimientos. Tenemos que creernos al Décimo y a Rose, cuanto más mejor, para que nos importe esta pequeña historia, para que realmente nos afecte. El baile de la pareja, que nos recuerda el de El Doctor Baila, es un buen punto a favor.

Mostrarnos la habitación del Doctor es otra osadía genial pero que tiene los mismos dos filos: pese a que las tomas iniciales de Rose nos situan en la TARDIS, la iluminación y las dimensiones generales del dormitorio nos dificultan un grado más la suspensión de la incredulidad. Es evidente que esto no es la BBC y que seguimos hablando, aunque a veces nos cueste recordarlo, de un episodio fanmade, pero cabe siempre tenerlo en mente también a la hora de plantear retos demasiado ambiciosos.

A favor de esa suspensión está la construcción del guión, especialmente la bien llevada evocación de la sociedad de Gallifrey y sus problemas "maritales", y como eso afecta al Doctor. No se trata ya sólo de que los humanos sean efímeros, sino de que los Señores del Tiempo son, indefectiblemente, por diseño, volubles. Por supuesto también está el nivel de actuación: Mat y Rebeca llenan muy bien sus personajes en ese sentido, y logran hacernos creer el debate y la lucha interna que están sosteniendo los dos. Rebeca, personalmente, me sigue fascinando: es genial la manera en que ha logrado hacer suya a Rose, quitándole algo de lo vulgar que tiene el personaje pero manteniendo sus señales de identidad y sus obsesiones. Mat lucha en esta ocasión contra su pijama -aunque ya vimos a Tennant con él en su primer especial navideño- pero tirando del carisma galifreyano y del propio duelo interno del personaje, consigue convencernos.

En el apartado de la cinematografía y la edición hay algunos aspectos menos logrados que en El mundo imperfecto, a la ya mencionada iluminación se añaden algunas uniones entre planos un tanto extrañas. La duración es un tanto excesiva, 11 minutos para una secuencia intimista es a todas luces excesivo: los minisodes oficiales de este estilo se encuentran más bien alrededor de los 3-5 minutos. El ritmo es una de las grandes bazas de Doctor Who, entendido de la manera moderna: con un sólo tema, no hay cambio de escena o tema posible y eso invita a la concisión.

Por eso resulta tan radicalmente interesante el final del corto, con ese cameo breve, intenso y divertido del Undécimo Doctor de Carles Quero (y ¿Lawrence de Arabia?), que en 30 segundos consigue convercernos de nuevo de que sí, esto es fanmade, pero esto es Doctor Who, nenes. En definitiva, esta nueva dosis imperfecta sigue apostando alto, y no siempre ganando la apuesta, pero en su conjunto nos sigue convenciendo por su combinación de ingenuidad, dedicación y capacidad de acercamiento.

EXTRA

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