22 junio 2013

...y Kal se arrodilló ante Zod (SPOILERS)

En el anterior artículo se encuentra mi opinión spoiler-free de El Hombre de Acero. Pero hay unos cuantos elementos argumentales que merecen comentarios en profundidad. Así pues, si aún no has visto la película, sigue leyendo bajo tu cuenta y riesgo.

Empecemos hablando de Jor-El. Es un hombre complejo: ¿quiere salvar a su hijo, a su raza -y que en el futuro él, habiendo crecido entre ellos, decida si recuperarla- o darle un héroe a los terrestres? Es importante notar que el uniforme de Superman, aunque similar al que lleva su padre y otros kryptonianos, tiene una riqueza de colores que parece destinada a llamar la atención sobre su portador. Jor-El básicamente le propone a su hijo utilizar sus poderes para defender la justicia y proteger a los terrestres. A diferencia del de 1978 o el de Smallville, no trata de dirigir su vida, sino que su elección es proponer opciones y facilitar a su hijo que se desarrolle de la mejor manera posible.

¿Qué hay de la identidad secreta de Superman? Aquí hay bastante que comentar. Por un lado, tenemos la parte sobre la identidad. Hace unos días en Twitter debatía con Nacho Vigalondo acerca de quién es el disfraz: Superman o Clark Kent. A mi modo de ver, en la concepción que funciona mejor, Kal-El desaparece al aterrizar, Clark Kent se cría en Smallville, descubre sus poderes, y se disfraza de Superman para poder usarlos y, al mismo tiempo, poder mantener una vida "normal". Por el camino, descubre su herencia kryptoniana y la acepta en mayor o menor grado. Smallville en ese sentido es un ejemplo de libro, como también el Man of Steel de John Byrne ¿Cómo lo han afrontado en esta película? Kal-El desaparece, pero el Clark que crece en Smallville se siente desubicado, demostrando que el alienígena sigue dentro de él, y siente desde pequeño el impulso de salvar a los que sufren a su alrededor, por lo que también es el héroe. Por lo tanto, no hay una progresión, sino que los tres elementos de su personalidad se encuentran por igual dentro de él desde el primer momento y siguen ahí durante toda su vida. Kal-El es Clark Kent es Superman. Es un planteamiento inicial interesante (a diferencia de Spiderman, Iron Man, o de Superman II, el trauma sobre vivir como uno u otro se resuelve con el propio nacimiento del héroe), pero si no se desarrolla puede provocar estancamiento en las continuaciones de la película. El Clark Kent que al final de la película entra a trabajar en el Daily Planet es una máscara, tanto como el traje azul y rojo que el Clark Kent de Smallville se pone para salvar a la gente y luchar contra los malos.

Hablemos ahora de la parte secreta de esa identidad. En lo que probablemente sea la elección más atrevida que se ha hecho en todas las versiones que se han hecho del personaje a lo largo de las décadas, Lois Lane la conoce desde el minuto 0. Desde antes, podríamos decir. No es un problema en sí: en el cómic y en la ficción ya hemos jugado en varias versiones de la relación Lois/Clark en que la identidad secreta no es un factor, y funcionan. Si al final de Smallville Lois ayuda a Clark a crear su papel en el Planet y su rol de Superman, ¿por qué no en la película? El problema quizás parte de la falta de cuidado que tienen con esa identidad ante otros personajes: probablemente medio Smallville, varios policías (cuando Lois vuelve para contarle a Superman la forma de detener a Zod, grita "¡Clark!", en su granja y con los agentes a pocos metros) y unos cuantos militares puedan identificar a Clark Kent como Superman, si nos atenemos a la evolución durante la película. Físicamente, la diferencia entre Clark y Superman no está tan elaborada al final del film como la que había en el caso de Christopher Reeve. Veremos como se juega en el futuro.

De una cierta pobreza de recursos ya hablamos en el artículo "spoiler-free". El zoom1-zoom2, que es marca de fábrica en esta película, no resulta del todo efectiva, porque debería servir para que la escena parezca más realista pero técnicamente se nota artificial. Hay movimientos de los personajes, cuando aterrizan a supervelocidad especialmente, en los que se nota que el modelo de CGI no está bien integrado. Hay trampas (como los enemigos con máscara para no tener que digitalizar rostros) demasiado evidentes. Los combates están grabados de una manera un tanto simplista: me lanzo, arrastro, empujo. En el caso de la batalla entre Kal y Zod al menos hay un componente 3D que le añade variedad, pero lo impersonal y esteril de la ciudad vacía le quita alma. ¡Krypton parecía más vivo que Metropolis! ¡Reclamo que George Lucas añada digitalmente ciudadanos! Y luego hay escenas que arrancan en estático (como Superman y Lois en el desierto esperando a Faora) que no funcionan, bien por la relación con el plano que las precede o por el corte y montaje que hace parecer a los actores fuera de personaje durente unas décimas de segundo imperdonables.

Pero no debería retrasar más dirigirme al asunto más espinoso de la película: Superman matando a Zod. ¡Imperdonable! ¡Indigno! ¡Traición! Sabéis que nadie más que yo valora lo que significa, moralmente, Superman y el uso de sus poderes. Esa inmensa responsabilidad que precede en varias décadas a la de Spiderman. Incluso en sus orígenes, cuando saltaba de edificio en edificio para intimidar a criminales, la vida era sagrada para Superman. Pero debo deciros que la escena me ha encantado. Por varias razones: no se trata de que sea realmente, como dice Zod un poco antes, la única opción que tiene Clark. Se trata de que es la única opción que ve en ese momento. Ambos vuelan a la misma velocidad: se cancelan. Ambos tienen aproximadamente la misma fuerza, o la diferencia entre ellas se compensa con el entrenamiento de Zod, por lo que Superman no puede evitar (y es evidente que no puede) que Zod mate a esas personas, más que deshaciéndose de Zod. Y aunque pueda, en el futuro matará a más. La Zona Fantasma está cerrada. Pero nada de eso importa: importa que Clark está a punto de ver como, de nuevo, alguien está a punto de morir como su padre Jonathan sin que él pueda hacer nada para evitarlo, y pierde por un momento el control. Por un momento dice: voy a parar esto porque puedo. Kryptonianamente. Gran parte de la película gira alrededor de eso: Jor-El vs Zod, kryptoniano vs humano. El paralelismo está claro: incluso la rabia que siente Superman después de haberlo hecho es la misma que expresa cuando Clark ve a Jonathan sacrificarse por él. Ahora él es el último hijo de Krypton. Por su propia decisión. Por anteponer kryptonianamente a los humanos antes que a Zod. Por hacer lo que sea necesario por los suyos: como Jor y Zod. Por ser Clark Kent y tener la posibilidad de decidir que le dio su padre.

Y esto es increíblemente atractivo. Probablemente hemos asistido a algo maravilloso que nunca antes habíamos podido ver: el momento y la razón por la que Superman se promete no matar a nadie. No es por razones morales y etéreas. Es porque una vez antepuso su deber a su moral, porque una vez se arrodilló ante Zod. Porque no puede ser el Último Hijo de Krypton sino el Único Hijo de Jor-El y Jonathan. Es un homenaje fantástico a la trama de los comics en la que Superman ajusticia a los criminales de la Zona Fantasma en un universo de bolsillo (Superman vol.2 #22), el precio personal de lo cual pagará durante años, llevando con tiempo a su exilio en el espacio y a su posterior descubrimiento de su herencia kryptoniana a manos del Clérigo y el Erradicador. No creo que la idea sea darnos un Superman que mata, sino precisamente plantear en futuras historias las consecuencias que esto ha tenido para moldear su personalidad y su carácter.

De la misma manera, esa Metropolis destrozada es un caldo de cultivo perfecto para que Lex Luthor aparezca en el próximo film con buenas razones para defender que Superman es una amenaza alienígena, por mucho que luche por el bien. ¡Su lucha es casi tan destructiva como el mal que trata de evitar!

GRANDES MOMENTOS DE LA PELÍCULA
- Los saltos iniciales tratando de volar. El humor y la épica combinados en la destrucción de la montaña.
- El comentario final de la militar. El tipo de humor que lapelícula no necesariamente requiere, pero agradece.
- Krypton.
- La plataforma petrolífera.
- Jor-El y Lois.
- Lois lo suficientemente inteligente como para rastrear a Clark.
- El satélite de Wayne Tech.
- Superman venciendo a la inmensa gravedad de la Máquina Planetaria.
- Zod despojándose de la armadura.
- Perry y la becaria.
- Lo que se sugiere y no se dice (como la razón por la que los kryptonianos no se van del planeta)
- Lo que promete para el futuro

GRANDES ERRORES DE LA PELÍCULA
- El montaje a base de flashbacks desestructura el viaje personal de Clark.
- Reducir Metropolis a sus edificios.
- CGI mal integrado en varios puntos.
- Demasiada velocidad. No es molesta, pero pierdes riqueza visual

El Hombre de Acero

Hace 7 años, un mes después del nacimiento de mi primer hijo, asistí con gran ilusión al preestreno de Superman Returns. Me pareció una película extraña, por su mezcla de elementos repetidos y otros nuevos, una continuación-remake-reboot con grandes momentos, grandes fracasos, pero eso sí, cargada de ilusión, cargada del superhéroe.

Ahora se ha estrenado El Hombre de Acero, con la intención de redefinir la visión cinematográfica sobre el personaje. De convertirse a la vez en su Batman Begins y su Iron Man. La apuesta no es pequeña: quiere ser una gran película por derecho propio, una gran película de superhéroes, el inicio de una nueva "franquicia" y la semilla de un nuevo universo cinematográfico. Casi nada.

He de decir que cubre casi todas esas bases sin problemas: no es mala película (aunque tiene un par de grandes agujeros, tanto argumentales como cinematográficos; luego hablaremos de ellos) y por momentos se vuelve épica, es más película de superhéroes que muchas de las de Márvel, que son estupendas pero aparcan el detalle heróico para entrar más en el drama personal o en la trama de espías y acción; y abre el camino a un universo propio y compartido donde aparezcan nuevos héroes y villanos.

Otra cosa importante es que El Hombre de Acero es respetuosa con el material original: cambia todo lo que le da la gana, a veces de forma muy atrevida, pero al mismo tiempo declara un saber de la mitología supermaniana fantástico. Lo que se ha cambiado no es por azar ni desconocimiento. Gravedad, profesor Hamilton, Steve Lombard, Faora, Kelex y Kelor, ese Krypton que reúne todos los que en los cómics se han visto (y le da un toque de Gallifrey, digámoslo todo), sus colonias, sus artefactos, ese Smallville que es como si conociéramos de siempre, Pete Ross, el viaje de Clark, la esfera del Planet dentro del edificio, esa ambigüedad con Lana...

Hay personajes mucho mejor dibujados que en otras ocasiones: Lara, por ejemplo, que sigue quedando demasiado en segundo plano, tiene algo más de profundidad que la Susannah York de Superman (1978), aunque menos que la de Superman and the Mole Men (1951) o Superman: The Animated Series (1996). Lois, Jor-El y Zod también refuerzan sus personajes con objetivos y motivaciones más intensas que en otras versiones. Perry comienza demasiado prototípico, pero en su escena con la becaria consigue dibujárseme como el Perry más auténtico que he visto nunca (seguido por el de Smallville).

Pero hay otros aspectos que están muy mal representados. Para empezar, después de la primera hora, le falta ilusión. En las escenas de mayor calado épico de la película, los ciudadanos desaparecen. La ciudad son sólo sus edificios, y los trabajadores del Daily Planet. Los escasísimos planos que nos muestran a los ciudadanos de Metropolis no tienen alma, no ofrecen reacciones. Superman está luchando por... ¿la arquitectura? Nueva York en Los Vengadores (¡no digamos ya en Spider-man y especialmente Spider-man 2!) están vivas, son creíbles, puedes conectar con ellas y con el peligro que puedan correr ellas o cualquiera de sus habitantes. La Metropolis de Donner e incluso la Gotham de Burton (con su teatralidad) están más vivas que esta ciudad-fantasma.

Superman sólo vuela a altas velocidades o se queda flotando inmóvil. Aunque esto puede considerarse un factor relacionado con la inexperiencia con sus poderes, crea varios problemas: uno es que se pierde perspectiva, otra es que añade confusión (y sí, Cels, también un ruido innecesario: volar no es una experiencia agradable, simplemente emocionante. Y la emoción se agota). Por supuesto, ayuda a caracterizar lo inhumano de sus capacidades, pero a nivel narrativo no aporta ventajas. Por otra parte, daña la creación de un universo compartido en relación a otros héroes: ¿qué valor puede tener para una futura Liga incorporar a Flash, si Superman ya se mueve siempre lo más rápido que podemos seguir los espectadores?

El resto de consideraciones, en el próximo artículo con spoilers.

20 junio 2013

Un vistazo a.../y 12: Algo Azul

Los primeros en instalar un teléfono en la calle para llamar a la policía fueron los estadounidenses: en 1877, apenas un año después de que Graham Bell patentara el invento, la ciudad de Albany (Nueva York) ya tenía uno. Durante los años siguientes la costumbre fue extendiéndose por otras ciudades de la Costa Este: Washington, Chicago, Detroit, Boston…

En 1891 las cabinas llegaron a Gran Bretaña. La pionera fue Escocia: en Glasgow se instalaron varias cajas hexagonales de hierro de unos dos metros de altura sobre las que destacaba un farol de gas. Un agente de policía podía abrir la puerta con su llave, entrar, y usar el teléfono para contactar con la comisaría. Disponían de un mecanismo que permitía encender automáticamente el fanal para avisar a cualquier policía en las inmediaciones de que debía llamar a la central.

Esa forma hexagonal primitiva ha continuado presente en el interior de la TARDIS, tanto en la consola central como en la decoración de las paredes de la gran mayoría de sus versiones.

Las primeras cabinas rectangulares pudieron verse al noreste de Inglaterra, en Sunderland desde 1923, y en Newcastle, en 1925. A Londres no comenzaron a llegar hasta 1928, y no estuvieron definitivamente implantadas hasta 1937, gracias a la acción de los comisarios Byng y Trenchard. Entre los varios diseños que aparecieron en los primeros tiempos, el que más éxito tuvo fue el de Gilbert McKenzie Trench en 1929.

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Y hasta aquí han llegado las previas de los 12 ensayos que componen Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul. A partir del 3 de julio podréis encontrarlo en librerías "selectas", y desde ya mismo podéis reservarlo (con 3 postales de regalo para los 100 primeros) en nuestra tienda online.

19 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/11: Un Atlas

La de hoy es y no es una previa. En cierta forma es una introducción. Hace un par de meses ya os adelanté las entradas de la letra A de nuestro particular atlas whovian: en Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul hemos dedicado uno de los ensayos a explorar todos los lugares del planeta en el que han transcurrido las aventuras del Doctor, fuera del Reino Unido.

Porque igual que en el cine te planteas como es que los extraterrestres siempre tratan de invadir Estados Unidos, en Doctor Who uno no puede dejar de notar que los alienígenas, los desastres cósmicos y los científicos locos tienen una cierta querencia por Inglaterra y Gales. Pero, ¿es una impresión correcta, sólo matizada por los audios, los cómics y las novelas, o no? De las aventuras del Doctor que transcurren en la Tierra, ¿cuántas tienen lugar fuera de Gran Bretaña?

El Primer Doctor tiene 6 historias en territorio británico: An Unearthly Child (aunque no sabemos donde transcurre la parte de la Tribu de Gum), posiblemente Planet of Giants, The Dalek Invasion of Earth, The Time Meddler, The War Machines y The Smugglers. En otros países tenemos Marco Polo, The Aztecs, The Reign of Terror, The Romans, The Crusade, The Chase, The Myth Makers, The Massacre of St. Bartholomew's Eve, The Gunfighters y The Tenth Planet. Es decir, prácticamente el doble de historias pasan fuera de Gran Bretaña que dentro.

El Segundo Doctor estuvo en Londres en The Faceless Ones, The Evil of the Daleks, The Web of Fear y The Invasion, y no muy lejos en Fury from the Deep. The Highlanders transcurre en Escocia y probablemente también The Ice Warriors. Más alejados se sitúan The Abominable Snowmen y The Enemy of the World, The Underwater Menace pasa en una colonia atlante junto a una isla volcánica y The War Games en una amalgama de tiempos y espacios que incluyen Francia, Inglaterra, México, Estados Unidos y Roma. El grueso de las historias, sin embargo, transcurre en otros planetas. Así que podríamos declarar un empate, en este caso.

Debido a su exilio, casi todas las historias del Tercer Doctor transcurren en Inglaterra y Gales, excepto en las contadas ocasiones que los Señores del Tiempo le enviaron a alguna misión en otro planeta. Incluso después de levantársele el castigo, no viajó a otros países. Es por lo tanto esta etapa la que establece más fuertemente la identificación del Doctor como un héroe británico.

El Cuarto Doctor, aunque vive muchas aventuras espaciales, reafirma esta tendencia: no se alejan demasiado de Londres los seriales Robot, Pyramids of Mars (que comienza en Egipto y acaba en Marte), The Android Invasion, The Seeds of Doom (a caballo con la Antártida), The Hand of Fear, The Talons of Weng-Chiang, Horror of Fang Rock, Image of the Fendahl, The Stones of Blood y Shada; Terror of the Zygons transcurre en Escocia, The Masque of Mandragora en Italia y City of Death entre Francia e Italia.

Del Quinto Doctor, The Visitation, Black Orchid, Time-Flight, Mawdryn Undead, The King's Demons, The Awakening y parte de Resurrection of the Daleks tienen lugar en Reino Unido. Parte de la acción de Arc of Infinity transcurre en Amsterdam y Planet of Fire comienza en Tenerife, aunque además hay otros episodios multiculturales como Four to Doomsday y Enlightenment.

El Sexto Doctor tiene dos aventuras en Inglaterra (The Mark of the Rani y The Mysterious Planet) y una en Sevilla (The Two Doctors). Todas sus otras historias transcurren en el espacio, así que la cuenta queda un tanto equilibrada.

El Séptimo tuvo dos tipos de historias: en el espacio y en Reino Unido. Delta and the Bannermen, Remembrance of the Daleks, Silver Nemesis, Battlefield, Ghost Light, The Curse of Fenric y Survival acaban de cimentar su papel como campeón británico. Incluso en Battlefield se le atribuye un papel tan clásicamente entrelazado con el país como el de Merlín ...pero entonces la única aventura televisiva del Octavo Doctor transcurre en Estados Unidos.

¿Qué hay de la serie nueva? De las 13 aventuras del Noveno Doctor, 8 ocurren en Londres o Cardiff y sólo 1 (Dalek) en otro lugar, Utah. El Décimo Doctor estuvo en 27 episodios británicos (3 en universos paralelos), 3 en Estados Unidos (Daleks in Mahattan, Evolution of the Daleks y Dreamland), 1 en Francia (The Girl in the Fireplace) y 1 en Italia (The Fires of Pompeii). Prácticamente 8:1 a favor de Gran Bretaña en ambos casos.

El Undécimo Doctor ha reducido la diferencia: ha estado en Francia (Vincent and the Doctor), Italia (The Vampires of Venice), Estados Unidos (The Impossible Astronaut, Day of the Moon, A Town Called Mercy, The Angels Take Manhattan), Alemania (Let's Kill Hitler) y Rusia (Cold War); un total de 8 aventuras internacionales, frente a las 16 que han transcurrido en Reino Unido (dos de ellas en universos alternativos). El Doctor más internacional desde los dos primeros.

Por tanto, ¿es Doctor Who una serie anglocéntrica? La respuesta es que sí. A veces. El Doctor pertenece al universo, pero ama este pequeño planeta azul. Y puede que la mayoría de sus amigos se concentren en un conjunto de islas en el Océano Atlántico... pero en el fondo eso es sólo nuestra percepción humana.
La primera vez que te dicen que el mundo gira y no puedes acabar de creértelo porque todo parece que está quieto. Yo puedo sentirla; a la Tierra, girar. El suelo bajo nuestros pies está girando a 1000 millas por hora y el planeta entero está lanzándose alrededor del sol a 67.000 millas por hora, y yo puedo sentirlo. Estamos cayendo a través del espacio, tú y yo, aferrándonos a la piel de ese diminuto mundo, y si nos soltamos... Eso es lo que soy.

18 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/10: Se levanta el telón y aparece la TARDIS



El 8 de junio de 1974, en los emotivos compases finales de Planet of the Spiders, un envenenado Tercer Doctor muere casi en los brazos de Sarah Jane Smith. Con la ayuda del místico K’anpo Rimpoche, el Doctor consigue regenerarse y las facciones de Jon Pertwee se convierten en las de un desconocido Tom Baker que ni siquiera es mencionado en los créditos. Fin del episodio, del serial y de la temporada.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/thumb/e/e0/Seven_Keys_to_Doomsday.jpg/225px-Seven_Keys_to_Doomsday.jpgLlega el 16 de Diciembre de 1974, y el Teatro Adelphi de Londres acoge el estreno de Doctor Who and the Daleks in the Seven Keys to Doomsday. Al empezar la obra, una proyección muestra el rostro de Jon Pertwee que se convierte en el de otra persona, que entra entonces en escena aún con las ropas del Tercer Doctor. Pero, un momento. No es Tom Baker: se trata de Trevor Martin, que había aparecido en el serial The War Games (1969) como uno de los Señores del Tiempo que juzgan al Segundo Doctor. Este Cuarto Doctor alternativo apareció apenas 12 días antes de que Baker arrancara en televisión con su primer capítulo de la serie, la primera parte del serial Robot. Para acabar de confundir a los fans de la serie, una de las dos compañeras que surgieron “del público” para ayudar al Doctor, Jenny, estaba interpretada por Wndy Padbury, que había sido en televisión Zoe Heriot, compañera del Segundo Doctor. Entre el resto del elenco destacan James Matthews como Jimmy, el otro compañero del Doctor para la aventura, Simon Jones como el Amo de Karn y Peter Jolley como la voz de los daleks. Lo más curioso es que al Emperador Dalek lo interpretó una mujer, Jacquie Dubin (Jacquie Capri de nombre real).

En Seven Keys to Doomsday (el título real de la pieza), el Doctor y sus compañeros viajaban al planeta Karn para evitar que los daleks se hicieran con siete cristales que les permitirían dominar toda la vida del universo. La obra fue el fruto de la colaboración entre el guionista Terrance Dicks, antiguo editor de la serie, y el director Mick Hughes, con decorados de John Napier, coreografía de peleas a cargo de Mo Kiki e incluso una persona dedicada exclusivamente a los monstruos de la producción, los Daleks y los Crawrantulars: James Acheson. La producción estuvo coordinada entre Barry Letts (por parte de la BBC) y Trevor Mitchell (por parte del Adelphi).

"The Scene", aunque le achacaba un guión flojo, consideraba la producción una “experiencia multimedia y ambiental” digna de verse[1]. Todo parecía preparado para convertir la obra en un éxito de la temporada, pero la Navidad de 1974 fue un año convulso en Londres: diversas amenazas de bomba por parte del IRA redujeron considerablemente el número de asistentes. Lo que sí hubo fue una gira regional del montaje, que recorrió Inglaterra hasta Abril de 1975.

[1] Peter Hepple, “Adelphi. ‘Seven Keys to Doomsday’”, The Stage, 27 de Diciembre de 1974.

17 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/9: El dilema del gemelo


La ficción está llena de precedentes de robots que se hacen pasar por humanos: en parte a eso se remite el concepto de “androide” y “ginoide”, a la capacidad de parecer personas, ya en su concepción original en las Kourai Khryseai de Hefesto[1]. Pero sin duda hay dos casos destacados, dos referentes clave en nuestro mundo moderno: los replicantes de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, y el detective robot creado por Isaac Asimov, R. Daneel Olivaw[2].

Aunque en un primer momento pudieran parecer robots, lo cierto es que dentro de los daleks que el Doctor encontró en Skaro en su segunda aventura habitaban criaturas orgánicas. Pero aunque nadie podría confundir a un dalek con una persona, sí que fueron ellos quienes diseñaron, en su tercer encuentro, al duplicado robótico del Primer Doctor. Fue en The Chase (1965), y tanto Ian como Barbara tuvieron ciertas dificultades para diferenciar al auténtico.

En la aventura del Cuarto Doctor The Android Invasion (1975) nos sumergimos en un pueblo lleno de misteriosos duplicados robóticos. El villano, Styggron, crea incluso una copia del Doctor bajo su control, con todos sus recuerdos y experiencias. Años después, aún con el Cuarto Doctor, The Androids of Tara (1978) plantea el homenaje definitivo a la madre de las novelas “de impostores”, El Prisionero de Zenda, con una trama de intrigas palaciegas donde abundan los dobles naturales y artificiales, tanto robóticos como genéticos.

Más tarde conocimos a Kamelion: un robot bajo el control del Amo, que dispuso de sus capacidades metamórficas para que se hiciera pasar por el rey Juan Sin Tierra en un intento por hacerse con la Carta Magna (The King’s Demons, 1983). Desafortunadamente, el robot real que se utilizaba en la serie resultó demasiado complejo y aunque siguió a bordo de la TARDIS, sólo reapareció en su aventura final, Planet of Fire (1984)[3].
En la etapa moderna de la serie, las roboformas o “peces piloto” atacaron al Doctor y a sus aliados, disfrazados como papás noeles[4]. El Paciente Cero (En el último momento, 2010) y los Cabeza-Cuchara (The Bells of Saint John, 2013) también camuflaban sus formas inhumanas mediante una proyección ilusoria basada en las expectativas de sus víctimas, camuflándose perfectamente en el entorno.

Pero desde luego, si un doble robótico ha tenido carisma en los nuevos episodios de Doctor Who, ése ha sido la Teselecta, aparecida en Matemos a Hitler (2011) y La boda de River Song (2011)[5]. A medias nave y máquina del tiempo, con una tripulación miniaturizada de 421 personas, el Vehículo del Departamento de Justicia Número 6081, más conocido como Teselecta, era también capaz de cambiar de forma, imitando a cualquier humanoide e incluso sus ropas o su vehículo. Entre sus momentos estelares cabe destacar que Amy Pond la utilizó para mostrar a su hija “Melody” que acabaría por convertirse en “River Song”, ayudándole a luchar contra la programación del Silencio; también su uso por el Doctor para simular su propia muerte en Utah. Y en el universo alternativo en el que River no disparó, el Doctor, a bordo de una Teselecta en forma de Doctor, se casó con River Song en lo alto de una pirámide.


[1] Doncellas doradas construidas por el herrero olímpico que le ayudaban en la fragua, según Homero. Vid. La Ilíada, Libro 18. Cf. La hueste, los robots angélicos de Max Capricorn en El Viaje de los Condenados (2007).
[2] Aparecido por primera vez en 1953 en la novela Bóvedas de acero. Luis G. Prado, tr. (Barcelona: Debolsillo, 2005).
[3] En medio hubo una secuencia más con él, grabada para el serial The Awakening (1984), que no se emitió por falta de tiempo.
[4] La invasión de Navidad (2005), Novia a la fuga (2006).
[5] Y, como revela La Boda, también en El astronauta imposible (2011).

14 junio 2013

Look! Up in the 500!

Gracias. Vaya por delante.

Gracias por leerme. No sois muchos, pero me alegro de cada uno de los que habéis pasado por este blog a lo largo de sus primeras 500 entradas. Los que llevéis tiempo aquí sabréis de la Liga de la Justicia Tangent, de la Patrulla Barna y de mis opiniones cinematográficas, cuando cubría pre-estrenos, o de mi proyecto de documental sobre Star Wars. Ha pasado tanto en tan poco tiempo... Algunas cosas se han vivido, otras se han aparcado. Otras están en hibernación...

El 5º aniversario del blog está cercano, en octubre; tiempo habrá para la retrospectiva, si acaso, entonces. Hoy celebramos la entrada número 500, la que estás leyendo ahora, y lo voy a celebrar aupándome a los hombros de un gigante, T.S. Eliot, y su co(ho)rte felina. A mi manera...

The Naming of Doctors is a difficult matter,
It isn't just one of your holiday games;
You may think at first I'm as mad as a hatter
When I tell you, a Doctor must have THREE DIFFERENT NAMES.

First of all, there's the name that the family use daily,
Such as Baker, Patrick, William or Matt,
Such as David or Christopher, Paul or Jon Pertwee...
All of them sensible everyday names.

There are fancier names if you think they sound sweeter,
Some to the gentlemen, some to the dames:
Such as Davison, McGann, Hartnell, Sylvester...
But all of them sensible everyday names.

But I tell you, a Doctor needs a name that's particular,
A name that's peculiar, and more dignified,
Else how can he keep up his bowtie perpendicular,
Or spread out his screwdriver, or cherish his smarts?

Of names of this kind, I can give you a quorum,
Such as John Smith, Beast, or The Valeyard,
Such as Theta Sigma, or Oncoming Stor'm;
names that a Time Lord would rather not have.
 

But above and beyond there's still one name left over,
And that is the name that you never will guess;
The name that no human research can discover--
But THE DOCTOR HIMSELF KNOWS, and will never confess.

When you notice a Doctor in profound meditation,
The reason, I tell you, is always the same:
His mind is engaged in a rapt contemplation
Of the thought,
of the thought,
of the thought of his name:
His ineffable, effable,
effanineffable,
deep and inscrutable, singular Name.
 
 

13 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/8: Sincronía en el planeta Barcelona

El vistazo de hoy a Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul será un poco distinto. El ensayo "Sincronía en el planeta Barcelona" es una versión ampliada de dos entradas de este mismo blog que aún podéis leer (1 y 2).

Lo que os traigo es una muy interesante presentación de la serie y los diferentes Doctores que hizo el añorado Canal 3XL (en catalán, por tanto), que me recuerda la que yo mismo evoco en el ensayo, y a la que sólo cabe echar en cara un error: los episodios de Tom Baker no se emitieron en Cataluña a mediados de los años 90, sino entre 1989 y 1990 (en Telemadrid se repusieron durante más años).



Por cierto, ¡un saludo a la Sección Whovian! Ens tornem a trobar al novembre...

12 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/7: Estamos muertos. ¡Otra vez!

Otro de los ensayos de Algo Azul servirá para actualizar lo que ya contamos en La Bendición de la Muerte Fatal, nuestro anterior acercamiento a la mitología de Doctor Who, cubriendo la temporada 2012-2013, hasta el último episodio emitido hasta el momento, The name of the Doctor. Aquí va un fragmento.
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Si bien El Doctor, la viuda y el armario (2011), quizás como excepción, no propugnaba la aceptación de lo inevitable –el Doctor viene de esquivar su propia muerte en Utah, recordemos-, en el siguiente especial navideño, The Snowmen (2012), es precisamente una muerte la que impulsa al Doctor a recuperar el interés por la vida. Las muertes de la mujer imposible, “el único misterio que merece la pena resolverse”, y el órdago del Doctor al universo.

En otro orden, el western A Town Called Mercy profundiza en la muerte justiciera, un concepto muy americano (el entorno es, por tanto, el ideal) pero poco acorde con el talante habitual de la serie: Amy lo nota y el Doctor lo explicita. Por una vez, está dejando ganar a la voz de las víctimas antes que a la suya propia. Se inhibe como juez, actúa como jurado y llama al ejecutor. Considera que hay vidas que valen más que otras, y que él tiene derecho a decidir cuáles son; lo que también está en la base de su disposición a sacrificarse en Cold War (2013) y en el ajusticiamiento de Solomon en Dinosaurs on a Spaceship (2012).
Aunque menos evidente, también es lo que se presenta en Asylum of the Daleks (2012) cuando la víctima (Oswin) rescata al Doctor, vengándose de paso de sus captores. Y hay ahí un mensaje más, “antes morir libre que vivir como esclavo”, que resonará en The Angels Take Manhattan (2012) y The Bells of Saint John (2013). No es lo mismo ofrecerse como víctima sacrificial que decidir quién tiene que ser esa víctima (cf. The Rings of Akhaten, 2013), pero tampoco son puntos de vista tan alejados.

¿Qué han aportado estos episodios al legendarium de los daleks? Asylum of the Daleks cumplió con ese rol desde varios puntos de vista: por ejemplo, actualizó a los robohombres, los esclavos que encontramos por primera vez en The Dalek Invasion of Earth (1964) yendo un paso más allá de Resurrection of the Daleks (1984) e incorporando una infección de nanobots capaz de poner incluso a los cadáveres de parte de los tiranos de Skaro.

El episodio, que abre la 7ª Temporada, juega entre el homenaje al pasado y las semillas del futuro: aparecen viejos modelos de dalek, incluso algunos que participaron en batallas contra el Doctor, al mismo tiempo que se nos presenta un parlamento (!) y una intranet dalek y, sobre todo, a Oswin Oswald. No obstante, el título no engaña y el capítulo versa, más que sobre la muerte, sobre la locura y lo que podemos hacer frente a ella: rendirnos como Amy o atrincherarnos como Oswin.

11 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/6: ¿Ciencia o ficción?

El fragmento de ...Algo Azul que os traremos hoy viene firmado por Mari Nieves Gálvez. Nuestra ingeniera nos lleva "más allá del puente de Einstein-Rosen" para explicarnos la ciencia real oculta tras la ciencia ficción de Doctor Who... y discutir cuándo la serie no tiene ningún tipo de base científica.
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¿Son posibles los viajes en el tiempo? 
Según Albert Einstein, el Espacio de tres dimensiones y el Tiempo en realidad forman un todo: un tejido continuo de cuatro dimensiones (se ha teorizado sobre la existencia de hasta once dimensiones, pero de todos modos a nuestro Universo le corresponden sólo cuatro de ellas). Si un agujero de gusano une puntos diferentes del espacio-tiempo, eso significa que podría conectar no sólo diferentes lugares, sino también distintas épocas. En la ficción, esto permite al Doctor y a sus acompañantes viajar a cualquier momento futuro o pasado, sin que ellos sufran ningún efecto negativo en el proceso.

Pero en la realidad, los viajes en el tiempo, aunque teóricamente posibles, son... más problemáticos. Utilizar un agujero de gusano es por el momento inviable, entre otras cosas porque su gigantesca fuerza gravitacional destruiría al viajero.
“Siento decepcionar a los fans de la ciencia ficción, pero si la información se preserva, entonces no hay ninguna posibilidad de utilizar agujeros negros para viajar a otros universos. Si saltas dentro de un agujero negro, la energía de tu masa volverá a nuestro universo, pero de una forma destrozada que contendrá toda la información sobre cómo eras, en un estado difícilmente reconocible. Es como quemar una enciclopedia. La información no se habrá perdido, si uno guarda el humo y las cenizas. Pero será difícil de leer”.
(Stephen Hawking)[1]
Existen otras opciones. Según la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein, el tiempo es elástico: por ejemplo, puede deformarse si nos movemos a cierta velocidad[2]. Existen pruebas reales de que, viajando en avión, el tiempo circula un poco más despacio que en tierra, aunque la diferencia sólo sean unas cienmillonésimas de segundo. Si hubiese un vehículo capaz de moverse a velocidades cercanas a la de la luz, y una persona viajase así durante sólo un año, al aterrizar descubriría que para el resto del Universo ya habrían transcurrido décadas (o incluso siglos, según recientes cálculos de Stephen Hawking[3]). Aunque semejante vehículo requeriría una tecnología por hoy desconocida y unas cantidades de energía que tal vez tarden milenios en estar a nuestro alcance.

Probablemente falten pocas décadas para que podamos visitar el futuro mediante otro método más asequible: la hibernación o criogenización. Aún no disponemos de las herramientas necesarias para congelar a un ser humano y reanimarlo en el futuro[4], pero de momento ya se ha conseguido con bacterias y semillas de plantas. La gran desventaja: en el mundo real, ninguno de estos métodos permitiría volver atrás.

¿Queda alguna opción más? ¿Es posible hacer "desaparecer" algo de nuestra época y hacerlo aparecer directamente en otra? Pues sí, por increíble que parezca: ya se está trabajando en ello, pero no con vehículos tripulados, sino en gigantescos aceleradores de partículas. Y no sólo para viajar al futuro, sino quizás incluso al pasado.

Y es que viajar en el tiempo hacia atrás es aún más complicado que hacia adelante. En realidad, según Stephen Hawking es prácticamente imposible, ya que requeriría el uso de materia con densidad energética negativa[5].

Pero en la actualidad, hay dos científicos que no opinan lo mismo: Tom Weiler y Chiu Man Ho, implicados en la investigación del esquivo Bosón de Higgs. Si su última teoría es acertada, existe "una remota posibilidad" de que un acelerador de partículas, el Gran Colisionador de Hadrones (o LHC según sus siglas en inglés) pueda convertirse en la primera máquina del tiempo... aunque sólo para algunas partículas subatómicas especiales, llamadas "singletes de Higgs". Teóricamente, el “singlete de Higgs” puede salir de cualquier punto del espaciotiempo, viajar por la quinta dimensión (es decir, fuera de nuestro Universo) y regresar reapareciendo por cualquier otra coordenada de nuestro espaciotiempo[6].

Esto es, por coincidencia, muy parecido a la descripción que recurrentemente hace Doctor Who de los viajes de la TARDIS: en la ficción, la nave sale del espacio-tiempo normal, viaja por el Vórtice y vuelve a entrar en el espacio-tiempo convencional una vez alcanzadas las coordenadas deseadas. O en el caso del Doctor, las que a la TARDIS le parezcan bien.
Cuarto Doctor: Somos multidimensionales (…). En cierta forma, mientras estamos aquí no existimos.
(The Hand of Fear, 3ª Parte)
Así que, en este sentido, si la tesis de Weiler y Ho Man es acertada, la diferencia entre ficción y realidad es cuestión de tamaño: algo puede viajar adelante y atrás por el espacio y el tiempo, pero exclusivamente si se trata de subatómicos singletes de Higgs. Hawking seguiría teniendo razón en que es imposible enviar viajeros por el tiempo, pero podríamos llegar a ser capaces de enviar mensajes hacia el pasado (aunque codificados de maneras que aún no sabemos detectar: eso explicaría por qué todavía no hemos conseguido encontrar ningún mensaje del futuro).



[1] Stephen Hawking, “Information Loss in Black Holes”, Physical Review D Vol. 72 nº 8 (Maryland: American Physical Society, 2005).
[2] Cf. los motores de curvatura de Star Trek.
[3] Stephen Hawking, Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros (Barcelona: Editorial Crítica, 1988).
[4] Cf. DW: Un cuento de Navidad (2010).
[5] Stephen Hawking, El futuro del espaciotiempo (Barcelona: Editorial Crítica, 2002).
[6] Chiu Man Ho y Thomas J. Weiler, “Causality-Violating Higgs Singlets at the LHC”, Physical Review D Vol. 87 nº 4 (Maryland: American Physical Society, 2013).

10 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/5: Las reglas del héroe

Aprovecho para recordaros que las 100 primeras reservas de Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul, tendrán un juego de 3 postales de regalo: dos con las portadas de éste y nuestro anterior ensayo whovian, La bendición de la muerte fatal, y una de la serie.
El fragmento de hoy es la introducción del ensayo "El Doctor miente. Las reglas del héroe".
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Un hombre sabio dijo: “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

Los Señores del Tiempo, según su concepción clásica, forman una civilización tremendamente avanzada en el plano técnico. Su poder, no obstante, dista de ser infinito: a modo de autocontrol, o impuestas por autoridades superiores (como Rassilon), existen reglas y leyes que definen lo que no pueden hacer, y por tanto los límites morales de su propia cultura. Así como, en la tradición judeocristiana, la caída del Paraíso redefine al Hombre ante el resto de la Creación, lo que son los Señores del Tiempo no viene tanto definido por sus fenomenales capacidades sino más bien por sus debilidades y carencias.

Un Señor del Tiempo puede viajar con su TARDIS, pero ¿qué hace una vez ha llegado? Un Señor del Tiempo se regenera al morir, pero ¿en cualquier caso? ¿Cuántas veces? ¿Por qué?

Gallifrey descubrió, en la era de Rassilon y Omega, la forma de viajar en el tiempo. Tras un desastroso encuentro con una cultura que utilizó la tecnología avanzada de los Señores del Tiempo para autodestruirse (Underworld, 1978), establecieron la imperiosa necesidad de convertirse en meros observadores del universo. El recuerdo de su fracaso se fue convirtiendo en costumbre, y la costumbre en ley.

De igual forma se impusieron los límites en la regeneración: no está claro si más allá de la 12ª el proceso degeneraba física o moralmente, y se trata por tanto de un tope técnico, o si ese número concreto fue elegido por el propio Rassilon para limitar el poder de sus compatriotas (y, dicen las malas lenguas, asegurar su propia hegemonía). Sí sabemos que los Señores del Tiempo eran capaces de dotar a uno de los suyos de un nuevo juego de regeneraciones si así lo deseaban, como se le prometió al Amo en The Five Doctors (1983) y como él mismo buscaba en The Deadly Assassin (1976), y que por lo que parece podría tener que ver con el Ojo de la Armonía.

Tales son las leyes de los Señores del Tiempo, y el Doctor es un Señor del Tiempo. Pero también, le pese o no, es un héroe. ¿Cuáles son, entonces, las reglas del Doctor?

En The Ribos Operation (1978), el Cuarto Doctor enuncia por primera vez una serie de reglas de cara a la recién llegada Romana: la primera es “haz exactamente lo que te diga”; la segunda, “quédate cerca de mí” y la tercera “déjame hablar a mí”.
En Dragonfire (1987), el Séptimo Doctor también le da un par de reglas a su nueva compañera Ace: “1ª: yo estoy al mando” y “2ª: No soy el profesor, soy el Doctor”[1].
Para el Noveno y Décimo Doctor, la primera regla es “no deambules”[2] y tanto el Décimo como el Undécimo consideran que la 408ª regla es que “el tiempo no es tu jefe”[3].
El Undécimo enunció aún otras cuantas, como “nunca corras cuando estás asustado” (la 7ª) o “nunca ignores una coincidencia. A menos que estés ocupado, entonces ignórala siempre” (la 8ª), aunque más o menos siempre pareció que se las inventaba sobre la marcha y que no eran tanto unas reglas por las que él verdaderamente se rija, sino consejos importantes a tener en cuenta por sus compañeros.

Lo que es evidente es que el Doctor ha ido evolucionando a lo largo de los años, y en cada una de sus regeneraciones ha mostrado un carácter distinto y distintivo. Acompañadnos en este viaje a través de la formación de nuestro héroe.

[1] Aunque dada la frecuencia con que improvisa, quizás también sea digna de mención su tercera regla: “ya se me ocurrirá después”.
[2] El niño vacío (2005); La chica de la chimenea (2006).
[3] Las aguas de Marte (2009); El tiempo de los ángeles (2010), Matemos a Hitler (2011).

07 junio 2013

La Caída del Undécimo


On the fields of Trenzalore, at the fall of the eleventh,
when no living creature can speak falsely or fail to answer,
a question will be asked,
a question that must never, ever be answered...

Oh, ¡la materia de la que están hechas las leyendas! Profecías que se convierten en meras palabras desprovistas de significado, hasta que el mismísimo tiempo se cumple y vuelve a poner su acierto de relevancia. Palabras que vuelan como una hoja arrastrada por el viento, palabras que se originaron en otro planeta, hace millones de años, y que han ido repitiéndose una y otra vez por el cosmos, hasta llegar a nuestros oídos... hechos de carne formada por los átomos que quizás ya estuvieron en aquel lejano planeta hace tantos eones.

Dorium Maldovar ya tuvo que corregir al Doctor, pues había interpretado (o traducido) erróneamente otra parte de la profecía: "y el Silencio caerá". No: el silencio DEBE caer, puesto que el Silencio (nótese las mayúsculas) está decidido a que el Doctor nunca llegue a Trenzalore y nunca se le plantée la pregunta, porque nunca debe responderla.

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Bueno, pues en The Name of the Doctor ya hemos llegado a Trenzalore. Y ahora podemos ver las cosas desde un punto de vista mucho más completo. El Doctor cae: ¡por supuesto que cae! Cayó (caerá) en el futuro, en el desarrollo de su "batalla final". Pero la frase de la profecía no era "el Doctor caerá" sino "a la Caída del undécimo". Del Undécimo, mejor dicho. Porque el Undécimo Doctor no aterriza con su TARDIS como hace siempre, sino que ante su rebeldía la obliga a CAER. Y cae dentro de la falsa tumba de River. Y cae al enfrentarse a la Gran Inteligencia, una derrota eterna y constante desde todos los puntos de su línea temporal. Y vuelve a caer, finalmente, como Clara antes que él, cuando se lanza dentro de la misma.

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"When no living creature can speak falsely or fail to answer", continua la profecía. Eso no parece tener correlación con lo que ocurre en el episodio, pero prestemos atención. ¿Quiénes se ven amenazados de muerte por los Hombres Susurro? Clara, Strax, Jenny y Vastra. ¿Quiénes quedan que estén vivos? No la Gran Inteligencia, no exactamente. ¿Quién se ve OBLIGADO a decir la verdad, moralmente obligado para salvar la vida a sus amigos (como en Skaro, en Genesis of the Daleks, y con consecuencias similares)? El Doctor. Pero no lo hace. En realidad es River Song quién contesta por él, respondiendo a la pregunta más antigua, el nombre del Doctor; River que está muerta, así que la profecía aquí se vuelve turbia.
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 La pregunta de la que el Doctor lleva toda su vida huyendo, dijo Dorium; quizás, hemos descubierto, no por ser su nombre, sino porque nunca debe acercarse a lo que representa Trenzalore y por tanto a su uso concreto para abrir la TARDIS. Quizás porque el nombre real del Doctor no es importante, pero cuando NO es el Doctor le representa esa figura que interpreta John Hurt en el "no-mundo" interior de nuestro héroe, y de eso también huye.

Pero, ¿qué relevancia tiene todo eso para el Silencio? ¿Por qué iba una organización religiosa opuesta al Doctor preocuparse en que la persona contra la que luchan deje de llegar a Trenzalore, abra la TARDIS y quede a merced de su enemigo?

Ah, pero eso tiene consecuencias... Entramos en el terreno de la especulación ¿Y si el Silencio y Kovarian están luchando contra el universo en destrucción que crea la Gran Inteligencia al ir destruyendo toda la línea temporal del Doctor? Es decir, el universo en el que la Gran Inteligencia destruye medio universo en su tortura permanente del Doctor, "convirtiendo todas sus victorias en derrotas, envenenando amistades e incluso su aliento": ¿lucha contra eso el Silencio? ¿Esa es la "amarga guerra" a la que hace mención Kovarian en Un hombre bueno va a la guerra (2011)? ¿Es el tramo final de esa guerra la "batalla final" de Trenzalore?

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Estaríamos en una situación similar a la de la Resistencia del siglo XXII en Day of the Daleks (1972), cuando viajan al pasado para evitar una línea temporal alternativa que no existiría si no viajasen al pasado.Sólo Clara es capaz de invertir el daño hecho a la línea temporal del Doctor por la Gran Inteligencia, pero en Demons Run aún no la conoce: el tiempo está en flujo, el Doctor aún puede llegar a Trenzalore, pero sin Clara (igual que dentro de la TARDIS el Doctor podía llegar a morir o a lanzar el gran botón rojo): el tiempo está en flujo, y partes de lo que no debería nunca pasar se mezclan con las que sí lo hacen a medida que las probabilidades y las decisiones personales de cada uno se asientan.

Un torbellino de fuerza descomunal en el que bailan esas hojas que viajan por el cosmos, pero no sin rumbo, no totalmente a merced del viento. Las hojas más importantes en toda la historia del universo, que decidieron meterse en el torbellino... y por eso son nuestras protagonistas.

06 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/4: La gran familia

En el ensayo "La Gran Familia" recorreremos el elenco y el equipo técnico de la serie buscando padres, hijos, esposas y otras relaciones de parentesco. En 50 años os aseguramos que no ha habido pocas: podríuamos decir que es ya casi una tradición familiar. Os adelantamos el apartado dedicado a la era de Patrick Troughton. 
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Entramos en tiempos del Segundo Doctor, y no hace falta ir muy lejos para hablar de relaciones familiares: el hijo mayor del propio Patrick Troughton, David, participó en tres ocasiones en la serie clásica: dos en tiempos de su padre, como extra en The Enemy of the World (1967-8) y como uno de los soldados de The War Games (1969); luego con su sucesor, Jon Pertwee, interpretando al rey Peladon en The Curse of Peladon (1972). En tiempos más recientes, ha aparecido en televisión como el Profesor Hobbes de Medianoche (2008), y como Peladon[1], Tinghus[2] o la nueva encarnación del Guardián Negro[3]  en diversos audiodramas,

Incluso podemos encontrar una tercera generación familiar. El nieto de Patrick Troughton y sobrino de David, Harry Melling, aunque más conocido por interpretar a Dudley Dursley en las películas de Harry Potter, también  participó en un audio dramático de la serie: The Whispering Forest[4].

 Jack Watling interpretó al Profesor Travers en las dos aventuras clásicas contra los Yetis y la Gran Inteligencia, The Abominable Snowmen (1967) y The Web of Fear (1968). Pero su hija Deborah Watling pasó mucho más tiempo que él en la serie, ya que dio vida a una de las compañeras del Doctor, Victoria Waterfield. Lo más curioso es que Deborah llegó una aventura antes que su padre (en The Evil of the Daleks, 1967) y se marchó en el serial posterior a la segunda aparición del mismo (en Fury from the Deep, 1968). Existe además una conexión entre sus personajes, ya que padre e hija volvieron a encarnarlos para la producción de BBV Downtime (1995)[5], donde Victoria caía bajo el control de la Gran Inteligencia. El hermano de Deborah, Giles, aparecería una década después en el audiodrama The Skull of Sobek[6].

La otra compañera del Segundo Doctor con una relación familiar tan directa es Wendy Padbury (Zoe Heriot), cuya hija Charlie Hayes participó en la adaptación como audiodrama de la obra del Doctor Seven Keys to Doomsday[7] en el mismo papel que había interpretado Wendy en el teatro Adelphi en 1974. Madre e hija aparecieron finalmente juntas en las audionovelas The Memory Cheats[8] y The Uncertainty Principle[9].

Destacan también en esta época dos casos de actrices casadas con productores de la serie. Lo cierto es que las intérpretes prefieren no involucrarse en los programas de sus maridos, para que no se les pueda acusar de estar ahí por ser la mujer del productor; pero en dos ocasiones el papel fue suficientemente atractivo para que aceptaran. En primer lugar tenemos a Shirley Cooklin como la mandona Kaftan de The Tomb of the Cybermen (1967). Por aquel entonces, Shirley estaba casada con el productor Peter Bryant. Años después, Derrick Sherwin producía de The War Games (1969) e interesó a su esposa Jane por el papel de Lady Jennifer Buckingham, en la que sería la última aventura del Segundo Doctor.


[1] Mark Wright y Cavan Scott, The Prisoner of Peladon. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2009.
[2] Nigel Fairs, Cuddlesomes. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2008.
[3] Jonathan Clements, The Destroyer of Delights. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2009.
[4] Stephen Cole, The Whispering Forest. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2010.
[5] Downtime. VHS. Dirigida por Christopher Barry. Escrita por Marc Platt. Reeltime Pictures, 1995
[6] Marc Platt, The Skull of Sobek. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2008.
[7] Terrance Dicks, Seven Keys to Doomsday. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2008.
[8] Simon Guerrier, The Memory Cheats. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2011.
[9] Simon Guerrier, The Uncertainty Principle. CD. Berkshire: Big Finish Productions, 2012.

05 junio 2013

Un vistazo a Algo Azul/3: Tras el destornillador

Seguimos con nuestras previas de Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul. Hoy toca darle un vistazo a la larga entrevista que le hemos hecho a Sofía Izquierdo, autora del blog Destornillador Sónico, y en la que hablamos extensamente sobre las novelas y sobre todo los audios de Doctor Who. Éste es un fragmento de la misma...
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Es curioso como en una época tan visual, y especialmente hablando de ciencia ficción, se haya vuelto a algo que tuvo su esplendor 70 años atrás, las radionovelas.
 Creo que es un fenómeno muy británico o muy anglosajón, donde los audiolibros son una cosa muy extendida. Aquí es dificil ver audiolibros de cualquier cosa en castellano. El atractivo de Big Finish es que recuperan a los actores originales para interpretar a los personajes. Y no sólo a los Doctores, sino también a los compañeros y otros actores invitados de las historias, como en “Jago and Litefoot” (los personajes que ayudan al Cuarto Doctor en The Talons of Weng.-Chiang) o “Counter Measures” (el grupo científico/militar de Remembrance Of the Daleks), que han llegado a tener audioseries propias.

Oír las voces originales hace más creíble el relato e integras la historia en la vida de ese Doctor, incluso muchos años después de que haya abandonado el papel. Por ejemplo: yo creo que el éxito principal de Big Finish, es lo atrayente de volver a oír a Colin Baker en el papel de Sexto Doctor, un papel que por otra parte han sabido desarrollar y que ha dejado de ser tan odioso como podía serlo en la serie. O el Octavo Doctor de McGann: su recorrido prácticamente se debe todo a las novelas y los audios; en la película solo vimos un ser que tenía amnesia y que sólo se ponía las pilas al final de la historia.  

Con 50 años a sus espaldas puede ser muy difícil mantener la continuidad. ¿Qué tal lo hacen las audionovelas?
En principio todo lo que no es la serie, no sería canon. Pero el tener guionistas y escritores compartidos en la serie, las novelas, los audios e incluso los cómics, hacen que las barreras de la canonicidad queden un poco borrosas. Por ejemplo, en Explosión en la ciudad (2005), Rose menciona haber estado en el planeta Justicia. Este planeta y su sistema solar es donde ocurre la acción de una de las NSA: The Monsters Inside[1]. Fue la primera vez que directamente se hacía referencia a una novela en la serie. Pero una de las cosas que más me gusta de Doctor Who es precisamente la continuidad. 
Como las novelas y los audios han tenido escritores y guionistas que ahora están involucrados en la serie de televisión, puedes llegar a ver guiños en los nuevos episodios. De hecho hay un par de ejemplos de adaptaciones del universo expandido, que se han llevado a la pantalla. La primera es Human Nature[2] de Paul Cornell, una novela con el Séptimo Doctor y Bernice Summerfield que adaptó el propio Cornell en los episodios Naturaleza Humana y La Familia de Sangre (2007). Y la otra es la adaptación de la audionovela de Robert Shearman Jubilee (BF40), con el Sexto Doctor y Evelyn Smythe; tras algunos cambios acabó siendo Dalek (2005), el episodio televisivo en el que se reintrodujo a los enemigos del Doctor en la serie moderna, también adaptada por el propio Shearman.
 Como ves todo está conectado y ahora mismo, los fans de Doctor Who se han hecho cargo de la serie. Creo que últimamente cada vez hay más referencias a la serie clásica, conforme avanzamos hacia el 50º aniversario, creo que están uniendo cada vez más las dos series.


[1] Stephen Cole, The Monsters Inside (Londres: BBC Books, New Series Adventures, 2005). Aquí no acaban las conexiones: en esa novela aparece una familia Slitheen, los Blathereen, que posteriormente serían mencionados en los capítulos Revenge of the Slitheen/The Lost Boy (2007) de The Sarah Jane Adventures, antes de participar activamente en el episodio The Gift (2009) de la misma serie.
[2] Paul Cornell, Human Nature (Londres: Virgin Books, New Doctor Adventures, 1995).